Por: José Luis Jara M.
Cuando una amiga te pide que escribas sobre tu familia, uno tiende a recordar “con suerte puedo recordar los cumpleaños de mi familia”… “Sé que mi hijo mayor toma un remedio, pero no sé a qué hora ni cuánto”… en fin, esto se torna peor cuando pienso que llevo sólo 4 años casado, pero luego pongo los pies en la tierra y digo: “… mis tres hijos siguen vivos, mi esposa sigue queriéndome y los abuelos se mueren por pasar más horas en nuestra casa”. Así las cosas, llego a mi primera conclusión: “para que un esposo pueda compatibilizar entre familia y empresa, ¡debe tener una esposa monumental!”.
Digo esto porque estoy seguro de que mi afirmación es la base para que toda la experiencia que les comentaré, sea positiva. Soy geólogo y trabajo en una empresa consultora que se dedica a pasearme por faenas mineras, en turnos de una semana (7x7 decimos en la minería, 7 días trabajando y 7 días trabajando, pero desde la casa). Mi trabajo generalmente queda a más de 1000km de distancia de mi casa, en Concepción, a por lo menos ½ día de viaje (si no cancelan ni se retrasan lo vuelos), por lo general en zonas sin cobertura de celular ni internet (al menos durante el día, por las noches llegas al hotel y puedes ponerte al día).
Esto ha sido así desde el principio de nuestro matrimonio, hay que aclarar que mi esposa es también geóloga y eso tiene ventajas. Mis hijos están acostumbrados que me vaya y vuelva el lunes, de hecho cuando me iban a dejar al aeropuerto Santiago estaba convencido que yo trabajaba en la línea aérea y María Agustina cuando oye un avión, todavía dice: “el avión del papá!”, no es fácil convencer a tu hija de que no eres el dueño del avión en que viaja. En fin, ellos ya saben que voy y vuelvo, y aquí quiero contar una anécdota que me sirvió. Llevábamos poco tiempo de casados y Santiago (4) estaba como hijo único, y yo, estrenando hijo, cada vez que llegaba le llevaba un regalo, los que iban creciendo junto con él. Pero más temprano que tarde, mi esposa me dice: “No reemplaces tu ausencia con regalos, que luego va a querer que vuelva el regalo y tú que te quedes en la pega”. Nada más cierto, cuando uno es el que pasa más tiempo fuera, debe aprender que para la familia que queda, la vida sigue. No somos reemplazables, cuando no estamos, nos extrañan, pero no pensemos que los vamos a compensar con cosas materiales, porque pronto nuestros pequeños aprenderían a reemplazar a las personas por experiencias que les den las cosas. Ahí yo fui valorando más aún la joyita con la que me había casado.
Pasado el tiempo, y llegado más hijos (ya van 3), empieza la etapa de la educación, y aquí viene otra situación que es importante en toda familia: “las cosas en casa son siempre igual, da lo mismo si es el papá o la mamá el que anda en terreno”. Esto es fundamental, para que la rutina diaria de los niños, y con ella todos los valores familiares, no se vea afectada. En nuestra familia no se escuchan frases como “ya vas a ver cuando llegue tu papá” o “no sé, pregúntale a tu mamá”, ni a los niños decir: “te voy a acusar con mi papá” o “mi papá me dejaría o compraría esto”. ¡No!, los permisos y regalos están pre-aprobados o pre-conversados, evidentemente cuando yo no estoy, las “decisiones cortas” o inesperadas, las toma mi señora, pero los niños saben que da lo mismo preguntarle al papá o a la mamá, y además les cuento un secreto, los niños saben las respuestas antes de preguntar, y saben qué les dirá el papá o la mamá. Pero quiero recalcar esto, lo más importante es que las rutinas en casa sean siempre las mismas, que papá y mamá sean uno frente a sus hijos, y esto no es fácil, se debe conversar cada situación previamente, y al igual que en la vida, si uno cree que el otro se equivocó, a morir en la rueda frente a los niños, luego por la noche, se conversa y juntos al otro día se conversa con los niños y se les dice que cambiaron de decisión.
Finalmente, lo más importante, es saber que tu cónyuge está conforme con el estilo de vida, estoy convencido que mi señora quisiera que estuviese todos los días en casa, pero sabe que me apasiona mi trabajo y respeta eso también, sin embargo, mi dedicación a la familia cuando estoy en casa, le demuestra que lo más importante para mí son ellos.
1 comentarios:
Entiendo perfectamente al autor del artículo. Yo he vivido de cerca esa experiencia pero desde la visión de los hijos. Es difícil, para ellos el no tener a sus padres todos los días y sobretodo para las madres que se quedan en casa. Los hijos logran comprender que los padres deben trabajar para que puedan cubrir todas las necesidades de la familia y que también lo hacen por amor a su familia. Para las madres es más difícil ya que ellas muchas veces deben ser padre y madre al mismo tiempo. Pero todo eso depende de cómo el matrimonio aborda el tema y cómo lo llevan en práctica.
Por eso admiro a todos los padres que trabajan lejos de casa y también admiro a las madres que por su fortaleza pueden llevar una casa y apoyar a sus maridos.
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