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30 julio 2010

LA PODA DEL ROSAL

Por: Catalina Moreno P de A.

Hace un tiempo Mamarosa cuenta una historia a su hijo Fernando: “Un día estaba yo muy enojada y fuera de mí. Así salí a mi jardín y vi un rosal. La tomé contra él con un hacha. Hice un destrozo, y cuanto peor lo hacía más duro golpeaba. Tu padre me vio, se me acercó y me tomó el hacha. Me dijo: “Pregúntate primero contra qué estás enojada, no sea que no tenga la culpa el rosa.”. Y me añadió: “Una cosa tan hermosa como un rosal, no se le puede podar a hachazos, ni tampoco sentándose, sin hacer nada de nada, esperando que se pode a sí mismo”.

Algo similar pasa con nuestros hijos. No dejemos que se podan solos ni mucho menos podarlos con un hacha. Es necesario darles cariño, amor, paciencia y comprensión. Ellos necesitan que los respetemos y que se eduquen en un ambiente acogedor donde ellos se sientan tranquilos, libres y con la seguridad de poder expresarse y darse a entender.

Fuente: Escritos de P. Juan Viladrich.

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