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10 noviembre 2010

CÓMO CUIDAR EL VÍNCULO CON LOS HIJOS, INCLUSO CUANDO LOS PADRES SE SEPARAN

Por: Fernando Guzmán.

Fernando comparte con nosotros su experiencia de ser padre separado. Él nos cuenta sobre la difícil tarea de mantener el vínculo con sus hijos a pesar de que no vivan juntos.
Una historia ejemplar que puede ayudar a todos los padres que se encuentren en alguna situación similar.


Los hijos son sin lugar a dudas un pilar en mi vida, y están asociados a los momentos más hermosos y también a los más difíciles que he vivido.
Cuando supe que sería papá, me alegré mucho, pero jamás dimensioné el amor que uno llega a sentir por los hijos, y es un sentimiento que crece en el tiempo, algo que no llega como un golpe, sino que aumenta día a día.
Mis dos hijos tienen menos de 2 años de diferencia, y la llegada de cada uno de ellos la recuerdo como los momentos más emocionantes que me ha tocado vivir. El sentimiento que desarrolla el padre durante el embarazo seguramente es muy distinto al que desarrolla la madre. Para el padre, el hijo está presente en forma intermitente, en cambio para la madre el hijo está presente en todo momento.
Esa diferencia hace que el momento más fuerte para un padre es el nacimiento en sí, cuando padre e hijo se conocen, se miran, se huelen, es simplemente mágico. Luego comienza a crecer, hace sus primeras gracias, y es en ese periodo cuando se comienza a crear el vínculo, y es el rol que adopte el padre el que marcará la relación. Yo opté por ser un padre presente, activo en la crianza, en los cuidados y en la formación, desde los cuidados básicos como mudarlo, bañarlo y vestirlo, hasta lo más entretenido, como darle de comer o jugar con él (incluso el domingo por la mañana, cuando lo único que quieres es dormir).
Leí un artículo en el cual un sicólogo explicaba que la formación de un hijo demora 20 años, y requiere de otros 10 años de acompañarlo, pero ¿cómo hace uno cuando a temprana edad te separas de tus hijos?
Me separé cuando el menor de mis hijos apenas cumplía sus primeros meses de vida. Fue una etapa difícil, sobre todo por cortar de un momento a otro la enorme cercanía que tenía con mis hijos, perderme ese abrazo al llegar a casa, no poder leerles un libro antes de dormir, levantarme en la noche y darme cuenta que estaba solo, y que nunca volvería a sentir su voz en la noche, ni tampoco que me despertaran al amanecer. Al mismo tiempo el futuro se llena de interrogantes, cómo enfrentaran el resto de la vida, qué podré hacer como papá a distancia, que pasará cuando aparezca otra persona que supla ese papel y los acompañe día a día en su crecimiento, aparece un gran miedo por perder el vínculo, y pasar a ser un completo extraño.
Han pasado los años y creo que hasta el momento las cosas van mejor de lo esperado. Seguramente una de las claves para enfrentar esta nueva etapa fue mantener el contacto con ellos, y para eso es indispensable poner a los hijos en el centro de la preocupación, porque por el bien de ellos padre y madre podrán encontrar acuerdos con mayor facilidad. Si es como en la mayoría de los casos, los niños se quedarán con su madre, y depende de ella en gran parte que el padre pueda verlos a menudo, estar en los momentos importantes, y seguir cumpliendo su rol, aunque sea fuera de la casa.
Personalmente considero 3 factores claves para fortalecer el vínculo con mis hijos:
  • Llamarlos todos los días, y acostumbrarlos a hablar por teléfono. No es fácil, naturalmente el niño prefiere jugar, hablar por teléfono muchas veces no les parece entretenido, pero es la única forma de estar conectados todos los días.
  • Aprovechar cada oportunidad para verlos. Afortunadamente vivimos relativamente cerca, y eso me permite pasar a buscarlos y llevarlos al colegio por la mañana, acompañarlos en sus actos y ceremonias, llevarlos al doctor, etc.
  • Dedicarles toda la atención cuando estoy con ellos. Después de los primeros meses de la separación, me di cuenta que cada vez que estaba con ellos los disfrutaba al 200%, y que durante el tiempo que estábamos juntos me dedicaba por completo a ellos. Es innegable que un padre separado dispone del 30% o 40% del tiempo que tendría en condiciones normales para compartir con sus hijos, por lo que ese tiempo debe ser tan valioso como sea posible.
La tarea no ha sido fácil, pero da sus frutos en el corto plazo. Cada día que veo a mis hijos me reciben con el mismo cariño que lo hacían años atrás, sus abrazos y su risa inocente me demuestra que pese a los cambios en su familia, son felices.
A medida que crecen me demuestran su enorme capacidad de adaptarse a estos cambios, y yo voy descubriendo que aunque no viva con ellos, puedo ejercer en plenitud mi rol de padre. El desafío recién comienza, pero lo enfrento con alegría y optimismo, el amor por mis hijos me motiva a avanzar.

1 comentarios:

Marta Salazar dijo...

muy buen artículo! muchas gracias!

como decimos en Alemania (al menos, un grupo de nosotros): aunque los padres se divorcien, no pueden olvidar que siguen siendo padres...

Padres = madres y padres, claro

muchos saludos!